Lecciones de inversión Bonos de alto rendimiento Los bonos «high yield» o de alto rendimiento, definidos como bonos corporativos con una calificación inferior a BBB- o Baa3 otorgada por agencias de calificación crediticia consolidadas, pueden desempeñar un papel importante en numerosas carteras. Por regla general, ofrecen cupones más elevados que la deuda pública o los bonos corporativos de alta calidad. Asimismo, pueden revalorizarse en caso de una mejora en la economía o en la rentabilidad de la empresa emisora (evidentemente, si estas condiciones empeoran, los precios también pueden bajar). Puesto que el sector de alto rendimiento, en general, mantiene una escasa correlación con otros sectores del mercado de renta fija y es menos sensible al riesgo de tipos de interés, una asignación en esta clase de activos puede aportar ventajas de diversificación de la cartera. Además, desde una perspectiva histórica, las inversiones en bonos de alto rendimiento han ofrecido rentabilidades similares a las de los mercados de renta variable, pero con una volatilidad más baja.
¿Cuáles son las características esenciales de un bono de alto rendimiento? Las agencias de calificación crediticia evalúan a los emisores de bonos y les asignan una nota. De los emisores, se valora su capacidad para pagar intereses y devolver el principal en las fechas previstas. Aquellos inversores que supuestamente presentan un mayor riesgo de incumplimiento en el pago de los intereses o la devolución del principal reciben una calificación inferior a investment grade (véase el gráfico 1). En consecuencia, esos emisores deben pagar cupones más elevados para convencer a los inversores de que adquieran sus bonos. Aunque las calificaciones crediticias otorgadas por las agencias definen el mercado de alto rendimiento y muchos inversores confían en esas calificaciones a la hora de establecer las pautas de sus carteras, los inversores también pueden realizar de forma independiente análisis crediticios de los fundamentales de las empresas y de otros factores para alcanzar sus propias conclusiones sobre el riesgo de impago de un valor. ¿Quién emite bonos de alto rendimiento? Hasta la década de los ochenta, los bonos de alto rendimiento no eran más que los bonos en circulación de los «ángeles caídos», a saber, empresas que antes gozaban de una calificación investment grade pero cuya calidad había sido degradada por debajo de esta categoría. Los bancos de inversión, encabezados por Drexel Burnham Lambert, lanzaron el mercado de alto rendimiento moderno en los ochenta con la venta de nuevos bonos de compañías con calificación inferior a investment grade, principalmente con el fin de financiar fusiones y adquisiciones o compras apalancadas. Desde entonces, el mercado de alto rendimiento ha evolucionado y, hoy en día, gran parte de la deuda de alto rendimiento se utiliza con finalidades corporativas generales, como financiar necesidades de capital o consolidar y amortizar líneas de crédito bancarias. El sector de alto rendimiento, que en los ochenta y los noventa se concentraba principalmente en Estados Unidos, ha crecido considerablemente desde entonces a lo largo y ancho del planeta en términos de emisiones, valores en circulación e interés de los inversores. Las nuevas emisiones de alto rendimiento pueden variar enormemente de un año a otro en función de las condiciones económicas y del mercado, y se expanden habitualmente con el crecimiento económico, cuando el apetito de los inversores por el riesgo suele aumentar, y se reducen durante las recesiones o en coyunturas de mercado en las que los inversores se muestran más prudentes. El sector «high yield» abarca los bonos de alto rendimiento emitidos como tales originalmente y los bonos en circulación de ángeles caídos, que pueden tener una gran repercusión en el tamaño global del mercado si se rebaja la calidad crediticia de empresas grandes o de un elevado número de compañías a la categoría de alto rendimiento. Por el contrario, el sector puede contraerse cuando se revisa al alza la calidad de empresas del mercado con grado especulativo y estas pasan a formar parte del sector con calificación investment grade. ¿Por qué invertir en bonos de alto rendimiento? Los bonos de alto rendimiento pueden ofrecer a los inversores una serie de ventajas potenciales, que van acompañadas de riesgos específicos. Los inversores pueden tratar de gestionar los riesgos en los bonos de alto rendimiento diversificando sus posiciones entre varios emisores, sectores y regiones geográficas, así como supervisando atentamente la salud financiera de cada emisor. Diversificación – Los bonos de alto rendimiento suelen exhibir una escasa correlación con los sectores de renta fija con calificación investment grade, como los valores del Tesoro o la deuda corporativa de alta calidad, por lo que incorporar valores de alto rendimiento a una cartera de renta fija general puede mejorar la diversificación de la cartera. La diversificación no garantiza la protección frente a una posible pérdida, pero puede contribuir a reducir el riesgo global de la cartera y a mejorar la regularidad de la rentabilidad. Mejora de los ingresos corrientes – Para atraer la inversión, los bonos de alto rendimiento suelen ofrecer rendimientos mucho más elevados que los de la deuda pública y los de muchos bonos corporativos con calificación investment grade. Los rendimientos medios del sector varían en función de la coyuntura económica; suelen subir en periodos bajistas en los que también aumenta el riesgo de impago (las compañías de alto rendimiento pueden verse más perjudicadas por unas condiciones de mercado desfavorables que las empresas con calificación investment grade). Por ejemplo, durante gran parte de los ochenta y los noventa, los bonos de alto rendimiento estadounidenses solían ofrecer entre 300 y 500 puntos básicos de rendimiento adicional en comparación con los valores del Tesoro estadounidense de vencimiento equivalente, según la Asociación del mercado de valores y los mercados financieros (SIFMA, por sus siglas en inglés). Sin embargo, tras la crisis crediticia de 2007–2008, el diferencial entre la deuda de alto rendimiento y la deuda pública era mucho mayor, y alcanzó máximos cercanos a los 2.000 puntos básicos. Revalorización del capital – Un giro al alza de la economía o la mejora en la rentabilidad de la compañía emisora pueden tener un gran impacto en el precio de un bono de alto rendimiento. Esta revalorización del capital es un componente importante de todo enfoque de inversión orientado a la rentabilidad total. Entre los acontecimientos que pueden propiciar la apreciación de un bono se incluyen las revisiones al alza de la calificación crediticia, los anuncios de mejora en los beneficios, las fusiones o adquisiciones, los cambios en el equipo directivo, una dinámica positiva de productos o sucesos relacionados con el mercado. Evidentemente, si la salud financiera de un emisor empeora, las agencias de calificación pueden revisar a la baja la calidad de los bonos, lo que puede reducir su valor. Potencial de rentabilidad a largo plazo similar al de la renta variable – Los bonos de alto rendimiento y la renta variable suelen responder de forma parecida a la coyuntura general del mercado, lo que puede dar lugar a perfiles de rentabilidad similares a lo largo de un ciclo de mercado completo. Sin embargo, la rentabilidad de los bonos de alto rendimiento tiende a ser menos volátil, puesto que el componente de ingresos de la rentabilidad habitualmente es mayor, lo que aporta una medida adicional de estabilidad. Además, la combinación de mayor rendimiento con el potencial de revalorización del capital (aunque menor que en el caso de la renta variable) conlleva que los bonos de alto rendimiento puedan ofrecer a largo plazo una rentabilidad similar a la de la renta variable. Asimismo, los tenedores de bonos tienen prioridad sobre los accionistas en la estructura de capital de una compañía en caso de quiebra o liquidación, por lo que los inversores en bonos de alto rendimiento tienen más posibilidades de recuperar su inversión que los inversores en renta variable. Duración relativamente reducida – Uno de los motivos por los que los bonos de alto rendimiento a menudo tienen una duración reducida es que suelen tener vencimientos más breves. Normalmente se emiten con plazos de 10 años o menos y, con frecuencia, pueden amortizarse al cabo de cuatro o cinco años. En general, las cotizaciones de los bonos de alto rendimiento son mucho más sensibles a las perspectivas económicas y a los beneficios de las empresas que a las fluctuaciones diarias de los tipos de interés. En un entorno de tipos al alza, como cabría esperar en la fase de recuperación del ciclo económico, los bonos de alto rendimiento deberían rendir mejor que muchas otras clases de activos de renta fija. Dicho esto, el sector de alto rendimiento no necesita periodos económicos de gran esplendor; la mayor parte de los emisores pueden funcionar muy bien y seguir sirviendo a la perfección su deuda en un entorno de bajo crecimiento. ¿Cuáles son los riesgos? En comparación con los bonos corporativos con calificación investment grade y con la deuda soberana, los bonos de alto rendimiento son más volátiles y presentan un mayor riesgo de impago de los emisores subyacentes. En momentos de dificultades económicas, los impagos pueden dispararse, por lo que esta clase de activos es más sensible a las perspectivas económicas que otros sectores del mercado de renta fija. Los bonos de alto rendimiento exhiben características tanto de la renta fija como de la renta variable, y pueden usarse como parte de una asignación diversificada de una cartera.
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